Sabemos que el cerebro humano se atrofia y pierde facultades con los años, y además se encoge. Pero ¿sucede lo mismo en todas las especies? ¿Por qué encoge nuestro cerebro?
Sólo a los humanos nos ocurre
Un estudio comparativo con cerebros de chimpancés demuestra que somos los únicos primates que sufren este desgaste. Tener cerebros más grandes y vivir más años podría tener un precio para nuestras mentes.
El cerebro humano se encoge
Si, es cierto, se encoge, incluso a las personas sanas, aquellas que no sufren ninguna enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer.
Esta reducción de tamaño es paulatina y empieza a partir de los 25 años de edad y a partir de los 50 años el proceso se acelera.
No se trata de una pérdida masiva de neuronas como cree la mayoría de personas, sino de cambios en la microestructura de estas células y las conexiones dendríticas de la corteza cerebral.
Esta atrofia está localizada sobre todo en el lóbulo frontal y el hipocampo, la zona donde se fijan los recuerdos, de modo que tiene consecuencias directas en facultades como nuestra capacidad de razonar, la rapidez mental o la memoria episódica.
El cerebro sólo se encoge en los humanos
Hasta donde sabemos, los humanos somos las únicas criaturas que desarrollamos enfermedades degenerativas como las demencias o el Alzheimer.
De alguna manera, el deterioro natural de estas zonas de la corteza cerebral por la edad podría predisponernos a sufrir estas enfermedades.
Para conocer mejor lo que nos diferencia, resulta muy útil comparar lo que sucede en el cerebro de otras especies, y eso es lo que ha hecho el equipo liderado por Chet Sherwood, de la Universidad George Washington, en un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El entorno afecta más en los humanos que en otras especies
Chet Sherwood muestra resultados en los que se muestra claramente que la morfología de la corteza cerebral humana es sustancialmente menos heredable genéticamente que en los chimpancés.
Esto quiere decir que el cerebro humano es más sensible al moldeado por las influencias ambientales y el entorno.
Esta propiedad anatómica de una mayor plasticidad, que probablemente esté relacionada con el patrón humano de desarrollo, puede ser la base de la capacidad de evolución cultural de nuestra especie.
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