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¿Cuántas veces hay que ducharse a la semana?

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Ducharse a diario responde más a cuestiones estéticas y de convención social que higiénicas. Pero ¿cuántas veces hay que ducharse a la semana sin estropear nuestra piel?

Ya que según la últimas investigaciones médicas, bañarse o ducharse en exceso puede llegar a ser perjudicial para nuestro organismo.

La importancia de cuidar nuestro sistema inmune

En este sentido, asearse demasiado puede debilitar nuestro sistema inmunológico, ya que se eliminan algunas bacterias necesarias para el organismo y en cambio se multiplica la presencia de gérmenes y microorganismos que atacan la piel.

Además puede secar y agrietar la epidermis provocando picores o malestar.

¿Cuántas veces hay que ducharse a la semana?

Un reciente estudio concluía tras escuchar la opinión de varios expertos que es suficiente con pasar por la ducha entre una y dos veces por semana.

Si, sé lo que estáis pensando, sólo ¿1 o 2 veces por semana?.

Pues sí, por lo que los expertos recomiendan que si se opta por pasar a diario bajo la ducha, se limite el uso de productos químicos como los jabones para no recurrir a ellos cada vez que nos ponemos debajo del agua.

Sólo usar jabón en determinadas zonas

También destacan que no es necesario enjabonarse siempre todo el cuerpo, sino que es suficiente con hacerlo en aquellas zonas concretas de nuestro cuerpo en las que se producen secreciones de olor más fuerte: axilas, genitales, pies, las ingles…

Para el resto de zonas, el paso del agua sin jabón es suficiente para asearnos ya que no desprenden olor tan fuerte.

En cambio, sí insisten en la necesidad de lavar a conciencia las manos y lavar la ropa, ya que es donde se acumula una mayor cantidad de células muertas y suciedad.

¿Qué tipo de jabones debemos usar?

Sobre el tipo de jabones más recomendables, los expertos optan por los que tienen un PH neutro y con bajo contenido en detergente. Además, recomiendan no abusar de los exfoliantes.

La temperatura y la duración de la ducha

Otra cuestión importante se refiere a la temperatura del agua, que no debe ser muy caliente para evitar resecar la piel, provocar flacidez y afectar la circulación de la sangre.

También debemos limitar el tiempo que pasamos debajo del chorro del agua y debemos renovar periódicamente la esponja, un foco de propagación de bacterias.

El secado también es importante

Por último, no debemos olvidar tampoco secarnos correctamente todas las partes de nuestro cuerpo para evitar que los restos de humedad propicien la aparición de hongos.

Si quieres saber más sobre la importancia de lavar bien la ropa, puedes leer nuestro artículo: El peligro de probarse ropa en las tiendas

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