Según estadísticas, el lunes es el día más rechazado, ya que tras unos días de descanso, empieza el estrés de la semana. Está comprobado que los lunes tenemos la tensión más alta y nuestro metabolismo se altera, dando lugar a infecciones y trastornos cardiovasculares. Por este motivo, el lunes es el día en el que se registran más infartos.
¿Por qué precisamente se registran más infartos los lunes?
Entre semana la mayoría de personas de nuestra sociedad actual sufren un alto nivel de estrés, debido a la presión en el trabajo, las reuniones constantes, la alta exposición de horas delante de la pantalla del ordenador que genera contracturas en la espalda, el cuidado de los hijos, las tareas del hogar, las pocas horas de sueño y de descanso, etc.
En cambio, cuando llega el fin de semana nos sometemos a situaciones completamente contrarias, podemos relajarnos y recuperar las horas de sueño, reduciendo las horas de estrés acumuladas durante la semana. Este fuerte contraste, sumado a los excesos que hacemos, como la alta ingesta de comida, el consumo de alcohol y el aumento de tabaco, forman una peligrosa combinación, aumentando favorablemente el riesgo a sufrir un ataque cardíaco.
Los infartos también tienen horario
Las horas en las que se producen más infartos suelen ser entre las diez y las once de la mañana o hacia las siete de la tarde (este último es menos frecuente). Esto es debido al cambio de postura que realizamos al levantarnos (pasamos de estar tumbados a ponernos en pie) y porque segregamos catecolaminas que pueden dar lugar a un ataque de miocardio.
Por la mañana, los valores plasmáticos de fibrinógeno e inhibidores del plasminógeno aumentan, ya que la sangre es más viscosa, provocando un estado de hipercoagulabilidad.
Algunas celebraciones que afectan a la salud de nuestro corazón
Existen tres días al año en el que se producen más infartos. El primero por excelencia es el día de Navidad, seguido del día de San Esteban (26 de diciembre) y finalmente Año Nuevo.
Los principales motivos son las comidas copiosas, el exceso de alcohol, el estrés y tensión de las celebraciones familiares.
Cabe destacar que además, en invierno las temperaturas son más bajas, lo que hace que aumenten los niveles de catecolaminas. Así, el incremento de la agregación plaquetaria y la viscosidad de la sangre durante la exposición al frío favorece la trombosis y la formación de coágulos.
De todos modos, si bien es cierto que el frío aumenta el riesgo de sufrir paradas cardíacas, las celebraciones durante las vacaciones de Navidad empeora la situación, ya que en otros meses de invierno, dónde las temperaturas siguen siendo bajas, se producen muchos menos infartos.
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