Cayo Julio César o más conocido por todos simplemente como Júlio Cesar, lloró ante la estatua de Alejandro Magno. Para aquellos que no estéis muy familiarizados con la historia quizá lo recordéis por sus apariciones en los cómics de Astérix y Obelix de los creadores René Goscinny y Albert Uderzo.
Gades, la actual Cádiz
En la zona de la actual Cádiz, España, existía un templo dedicado a Hércules, anteriormente llamado Templo de Melkart, un dios Fenicio. Estaba situado sobre el actual islote de Sancti Petri, junto a la localidad de San Fernando.
El templo era considerado como uno de los grandes centros religiosos en la Antigüedad. Era un Santuario muy conocido porque se creía que guardaba las cenizas del semi dios romano Hércules o Heracles para los griegos.
Tal era su fama que se había convertido en centro onírico, donde se interpretaban los sueños. Dentro del templo había una estatua inmensa dedicada al inconmensurable Alejandro Magno, el gran general griego que había hecho de Grecia todo un imperio que llegaba hasta los lejanos confines de Asia.
Es por todo ello que muchas personalidades a lo largo de la historia visitaron este lugar. Entre ellas Júlio Cesar, que lo visitó en varias ocasiones.
Júlio Cesar visita el templo de Hércules
En la carrera político-militar de Júlio Cesar, su visita al templo de Hércules en Gades, fue de gran importancia. Ya que allí fue dónde se propuso emular a Alejandro Magno reflexionando ante su estatua.
Es aquí dónde cuentan los historiadores Suetonio y Dión Casio cómo César lloró desconsoladamente frente a la estatua de Alejandro Magno.
Sus lágrimas no eran de alegría sino de impotencia. Cesar se dio cuenta de que no llegaba al nivel del hombre al que admiraba profundamente. Ya que Alejandro Magno ya había conseguido numerosas victorias a la edad de César en ese momento. Recordemos que Alejandro Magno, a la edad de 33 años, ya había creado todo un imperio desde la pequeña Macedonia hasta Asia.
Cuentan que César, esa misma noche, tuvo un sueño en el que él mismo violaba a su madre. Según un sacerdote del templo que interpretó el sueño. Dijo que el significado de este sueño era que saldría victorioso de varias campañas militares y se haría con un gran poder.
Y realmente así fue. Júlio Cesar acabaría siendo emperador del imperio romano y su vida quedaría escrita para siempre en la historia de la humanidad.
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