Si antes de irte a dormir se te ocurre medir tu altura y te das cuenta que mides 1 centímetro menos !no te asustes, no creas que has encogido¡.
Tal como le ocurrió al protagonista de la clásica y famosa película «El increíble hombre menguante«, donde se explica la historia de un hombre empieza a menguar después de estar expuesto a una extraña niebla durante un día de barco con su pareja.
Esto tiene una respuesta lógica y científica, la gravedad.
Cómo actúa la gravedad sobre nuestro cuerpo
La gravedad, como ya sabéis, es una fuerza que soportamos todos los seres humanos diariamente sobre nuestro cuerpo. Y aunque pueda parecer pequeña, debido al pequeño volumen de nuestro cuerpo, nos afecta.
Esta fuerza ejerce una presión diariamente sobre nuestro cuerpo que hace que la distancia interdiscal de la columna vertebral varíe y eso hace que nuestro cuerpo sufra una variación de altura.
Entre vértebra y vértebra, nuestra columna posee una especie de almohadillas llamadas discos intervertebrales que son los responsables de soportar el peso entre vértebras y amortiguar los pesos que soporta nuestro cuerpo.
Por eso cuando soportamos demasiado peso o tenemos posturas incorrectas podemos sufrir una lesión de espalda llamada hernia discal.
Así que es importante que cuidéis vuestras posturas diariamente.
Nuestra columna vertebral se compone de 24 vértebras por lo tanto 23 discos intervertebrales en total. Por lo tanto, si sumamos una pequeña variación en cada uno de estos 23 discos obtenemos la variación de altura total.
Esta pequeña variación puede oscilar entre 1 y 2,5 cm dependiendo de nuestra estatura, edad, peso, corpulencia, etc..
Pero no os preocupéis, ya que esta altura la recuperamos mientras dormimos (horizontalmente) y la gravedad deja de afectarnos verticalmente. Aquí es cuando los discos intervertebrales vuelven a recuperar poco a poco su posición y espacio inicial.
Por eso es importante que regularmente hagamos estiramientos de espalda para que nuestros discos puedan respirar y dejar de trabajar durante un ratito.
La edad no perdona
Lo que si ocurre y es irremediable, es que con la edad estos discos van perdiendo el contenido de agua que tienen internamente.
Y poco a poco se van haciendo más estrechos y no tienen la misma capacidad de recuperar durante cada noche.
Por eso, si os habéis fijado, las personas ancianas si «encojen» con la edad y es debido a esto y a otros factores naturales como la curvatura de la espina dorsal.
¡Así que cuidad bien vuestros discos intervertebrales!
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