En numerosas ocasiones, hemos oído historias de personas que tras haber vivido un fuerte impacto emocional o haber sido sometidas a un alto nivel de estrés, han sufrido un infarto. Pero, ¿realmente ha sido el susto lo que lo ha provocado? ¿Podemos sufrir un infarto por un susto fuerte?
¿Qué le ocurre a nuestro corazón cuando nos asustamos?
Cuando sentimos que nuestra vida corre peligro, experimentamos una sensación de miedo. Cuando esto ocurre, nuestro organismo activa el estado de alerta, haciendo que nuestro cerebro provoque una descarga de adrenalina. Consecuentemente, el corazón empieza a acelerar sus latidos con el fin de bombear más sangre y oxígeno a los músculos.
¿Podemos sufrir un infarto por un susto fuerte?
Un corazón humano sano está preparado para resistir situaciones de grandes impactos emocionales y de estrés. Sin embargo, si el sujeto sufre de alguna enfermedad genética o su músculo cardíaco se encuentra debilitado, ante una situación alta de estrés, esta combinación de factores puede terminar en tragedia, provocando daños irreversibles en el músculo cardíaco.
Los médicos explican que los infartos no siempre son producidos por situaciones de estrés extremo. A veces, ocurren por la muerte de un ser querido o una guerra, por ejemplo.
Es importante destacar que las personas especialmente nerviosas, ansiosas y no se alteran fácilmente, son mucho más propensas a sufrir infartos que individuos más pacíficos.
Factores que pueden provocar un infarto
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), las enfermedades cardíacas son las principales causas de muerte en todo el mundo.
Solemos pensar que fumar, no practicar deporte o tener sobrepeso puede propiciar a que suframos un infarto. Sin embargo, hay otras causas importantes que suelen pasar desapercibidas y que hay que tener en cuenta:
- Sufrir estrés en el trabajo: sufrir ansiedad en el trabajo o tener un mal jefe, aumenta el riesgo de padecer un ataque cardíaco en un 40%. Además, si a este factor le añadimos una mala alimentación o la falta de sueño, el porcentaje aumenta.
- Mala higiene dental: las personas que descuidan su salud oral tienen más probabilidades de sufrir problemas cardiovasculares, ya que, cuando las encías están inflamadas y sangran, las bacterias de la boca entran el torrente sanguíneo pudiendo provocar una inflamación y consecuentemente, una enfermedad cardíaca.
- Sentirse solo: debido a que las personas que se encuentran solas no disponen de ayuda externa para regular sus emociones, experimentan un alto grado de estrés. Está demostrado que las personas que viven en pareja, tienen un 28% menos de probabilidades de sufrir un infarto.
- Sufrir un trauma: vivir un episodio repentino altamente estresante, como la muerte de un ser querido, puede dañar seriamente nuestro corazón. Ante una situación así, nuestra adrenalina aumenta de forma considerable, provocando que la presión arterial y la frecuencia cardíaca aumenten, dando lugar a un posible infarto.
- Menopausia: aproximadamente 10 años después de la menopausia, las mujeres son más propensas a sufrir infartos. Esto se debe a que disminuye el estrógeno, que ayuda a mantener los vasos sanguíneos flexibles en la capa interna de la pared arterial. De todos modos, una buena dieta y hacer ejercicio puede ayudar a disminuir estos efectos.
- Depresión: las personas que sufren depresión, suelen sentirse abrumadas a la hora de tomar decisiones saludables sobre su vida. Se estima que alrededor del 33% de las personas que han sufrido un infarto, podrían tener depresión.
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