Me imagino que habéis visto serpientes de muchos tipos en documentales o en la vida real, y supongo que siempre las habréis visto arrastrarse por la sabana, bosques o algún desierto, incluso nadando por el agua, pero ¿sabías que hay serpientes voladoras?
La serpiente y la manzana
La serpiente, ese animal al que la mayoría de nosotros sentimos repulsión, asco o miedo, seguramente influidos por la historia que se cuenta en la bíblia, ya que es el primer animal que se cita en el Génesis y el último en el Apocalipsis, y siempre como símbolo de daño o maldad.
A pesar de lo que nos hayan querido inculcar en nuestra cultura, las serpientes o ofidios son un suborden de los reptiles y por lo tanto uno de los seres vivos que comparten este planeta con otro animal peculiar el Homo Sapiens, nosotros.
Las patas se quedaron por el camino
Aunque los últimos estudios determinan que las serpientes primitivas poseían 4 patas, como ejemplo podemos ver a la pitón que mantiene todavía hoy diminutas extremidades herencia de su pasado evolutivo.
Realmente las serpientes se caracterizan por la ausencia de patas y un cuerpo muy alargado. Sabemos que su origen proviene de la época del Cretácico, hace aproximadamente unos 145 millones de años, por lo tanto convivieron con los dinosaurios.
Las serpientes están adaptadas para reptar por el terreno firme y las ramas de los árboles, pero existe un grupo de ofidios que además han desarrollado la capacidad de volar.
Serpientes voladoras
Se trata del género Chrysopelea, que está integrado por 5 especies de serpiente originarias de las selvas tropicales del sur y sureste asiático.
En realidad, estos reptiles planean de un árbol a otro o hasta el suelo del mismo modo que lo hacen las ardillas, los lagartos y las ranas voladoras. Pero a diferencia de éstos, las serpientes voladoras carecen de estructuras corporales, como extensiones membranosas, para deslizarse por el aire.
Aún así, se lanzan al vacío con una habilidad envidiable para moverse, cazar y huir de los peligros.
La manera en que lo consiguen es un misterio. Desde hace años, el herpetólogo Jake Socha, de la Universidad de Chicago, en EE UU, graba con equipos especiales estas serpientes para desentrañar la biomecánica de su vuelo.
Socha ha descubierto que usan sus costillas para aplastar el cuerpo y convertirlo en un paracaídas, y que «vuelan» como si nadaran adquiriendo la forma de una S ondulante.
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